Nuevamente nuestro amigo Christian nos vuelve a narrar lo que Dios está haciendo en el lugar que fue enviado a llevar el evangelio. Cuenta cómo su familia ha estado trabajando desde que su iglesia oró para que Dios los guiara hacia personas que tenían hambre por las cosas espirituales. Tenían un grupo pequeño de discípulos, aunque el ministerio integral era un poco difícil, no sólo enseñaban la historia de la redención de Dios, sino cómo buscar la manera de suplir sus necesidades mostrando el amor de Jesús con sus palabras y acciones. De otra manera su presencia no tendría sentido entre ellos.

Él hizo amistad con un musulmán y ambas familias han tenido buenas relaciones, donde las esposas se reúnen a tomar té con otras mujeres locales y sus hijos han hecho buena amistad con los de ellos. El Espíritu Santo ha abierto los ojos de su amigo a la Palabra de Dios. Es un seguidor de Jesús y está ardiendo por Cristo. Tiene mucho deseo de aprender y está muy feliz por ese gran cambio en su vida. Su amigo nos narra su experiencia de seguir a Jesús y cómo al principio le daba temor, porque gran parte de su identidad se basaba en la religión que antes tenía. Se preguntaba si sus familiares y amigos lo aceptarían o lo tratarían de traidor.

Cuando Christian le explicó que la historia de Dios es para todos los pueblos, desde Génesis a Apocalipsis, fue de gran impacto a su vida y entendió que Jesús vino por su pueblo también, aunque no se dieran cuenta. Él quiere que encuentren la esperanza que él había encontrado y se preguntó ¿Qué se necesita para esto? Entendió que él era la persona más indicada para compartirles estas Buenas Nuevas. Ya que ellos le conocen, le tienen confianza y es uno entre ellos. Cuando perdió su trabajo tuvo que trasladarse y entendió que Dios lo estaba llamando, que  donde él estuviera iba a compartir la Palabra de Dios con su pueblo. Su anhelo es plantar la primera iglesia en la ciudad que se encontraba, para que otros puedan oír las buenas nuevas de salvación y responder al llamado como lo había hecho su familia.

Dice Christian que aunque se pone triste porque sus amigos se vayan a otro lugar, entiende que el plan de Dios es que todos los pueblos conozcan y tengan acceso al evangelio. Proveer ese acceso requiere que algunos tengan que ser enviados. Si la Alianza no les hubiera enviado, familias como ésta no hubieran conocido a Jesús y no estuvieran plantando iglesias entre su propio pueblo. Éste es solo un ejemplo de más de 70 grupos no alcanzado donde la Alianza trabaja. “La mies es mucha y los obreros pocos”. Oremos para que otros sean enviados y la historia de redención se complete.

 

 

Carmen Peterson

Directora de Misiones