Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.              Salmo 16:11

El salmista exclama: ¡”Mi alma tiene sed de Dios”! y luego afirma: “En tu presencia hay plenitud de gozo”… pero de pronto gime: “He venido a abismos de aguas y la corriente me ha anegado. Estoy hundido en cieno profundo…” Esta historia se repite en todo corazón enamorado de Dios. Sed del Ser Amado, deleite en Su Presencia, pero profunda tristeza en la distancia.

Nunca estaremos seguros del verdadero amor si no hay el toque doloroso de sufrir la distancia. Mientras no digas: ¡”Te extraño tanto”!…tampoco podrás decir: “Cuan seguro estoy del amor de Dios”.

Si no extrañas pasar tiempo con el Amado en oración y contemplación, muy poco gozo habrá en tu vida espiritual y en tu comunión con el Señor. Si no extrañas el alimento de la Palabra de Dios y te es lo mismo leerla como ignorarla, y no puedes decir como el salmista: “¡Cuan dulce son a mi paladar tus palabras”!, entonces muy amarga es tu vida cristiana y muy enfermiza tu fe.

Si no extrañas la comunión con tus hermanos y te da lo mismo ir a la casa de Dios o quedarte en la tuya o caminar por el mundo, entonces todo el frío de la muerte y toda la soledad de todas las tumbas serán tu compañía y tu amistad.

Pero si tu corazón acongojado reconoce todo esto y dice: ¡”Te extraño tanto…”! y exclamas: ¡“Mi alma tiene sed, sed del Dios vivo!”, y afirmas por fe: ¡”Solo en tu presencia hay plenitud de gozo…”! entonces hay esperanza para ti, y el cielo comenzará a cubrir tu vida y exclamarás asombrado: “Te extraño tanto…”

Oración: Bendito Dios, anhelamos estar en Tu presencia porque necesitamos la plenitud de Tu gozo. Amén.

Tomado del libro De Un Corazón Pastoral por el Dr. Carmelo B. Terranova

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