Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Lucas 19:8-10

A Jesús se le acusaba de cuatro cosas: Hacerse Dios, quebrar el sábado, hacerse Rey y estar con publicanos y pecadores. Esta última acusación, desconcertaba a los pulcros y estrictos religiosos que habían establecido categorías sociales para aceptar a las personas. Es que Jesús amaba a la gente pero detestaba a los religiosos que estaban muy lejos de una vida que agrada a Dios. Su amor trasciende los prejuicios religiosos, alcanza a los corazones más duros y transforma aun aquellos que la sociedad les ha marcado como personas  no gratas.

Zaqueo era un personaje odiado por el pueblo de Israel. Él fue jefe de los publicanos. Un publicano era un recaudador de impuestos y contribuciones del imperio romano. No era una posición muy simpática porque había mucho robo y opresión. Zaqueo tenia a cargo un distrito; es decir tenía colectores bajo su jurisdicción y derivaba comisiones de lo que colectaba. El abusó en esa posición; hizo muchas trampas, defraudando a mucha gente; su fama no era muy buena y todo el mundo SABIA quién era Zaqueo.

Jesús vio a Zaqueo encima del árbol sicómoro  e inmediatamente le indica que va a su casa a visitarle. Esta invitación posiblemente causó diversas reacciones; algunas de rechazo y otras de incomprensión. Lo que nadie imaginó fue la transformación que tuvo Zaqueo, a tal grado, que públicamente expresó su arrepentimiento y el deseo de restituir todo lo que había robado. Es que cuando Jesucristo llega a nuestras vidas, definitivamente tiene que haber cambios.

Jesús quiere ser nuestro Salvador para la eternidad y nuestro amigo para la cotidianeidad. Nunca sabrás lo que es la amistad verdadera hasta que no conozcas al autor de la amistad. Jesús está a la puerta de tu corazón llamándote. ¿Quieres abrir la puerta de tu corazón? Te garantizo que tu vida no será la misma. Tendrás un gran amigo desde ahora y por toda la eternidad.

Pastor Luis O. De León

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