Recibir a Cristo como nuestro Salvador es una de las experiencias que marcan nuestra vida para siempre. Experimentamos el perdón de pecados, una conciencia sin culpabilidad, un cambio radical en nuestro estilo de vida y la seguridad de la vida eterna. En fin, es una experiencia inolvidable.

La Biblia nos exhorta que hagamos memoria de las obras de Dios. Siempre es bueno recordar de dónde el Señor nos rescató y nos salvó para vivir agradecido y compartir nuestra fe y esperanza con otras personas hasta que Él nos llame a su presencia.

Quiero motivarte a que puedas hacer memoria y recordar ¿Dónde te encontrabas cuando Cristo llegó a tu vida?

 

Carmen Peterson

Directora de Misiones