El establecer buenas relaciones con los demás es uno de los aspectos más importante para la paz y la felicidad personal, familiar y social. Comenzamos con Dios, nuestro cónyuge, hijos(as), nietos(as), familiares, amigos y la gente que nos rodea. Sin embargo, aunque sabemos la importancia de que estas relaciones sean sanas y fructíferas, siempre existe la posibilidad de que se malogren o se destruyan.

Dios nos ha creado con diferentes personalidades y temperamentos. Vemos las cosas de diferentes puntos de vista y es hermosa esa diversidad que enriquece nuestras relaciones con los demás. Pero al mismo tiempo estas diferencias, en algún momento dado traerá roces, incomodidades y en ocasiones molestias, desembocando en conflicto.

Un conflicto puede definirse como un enfrentamiento acalorado entre dos partes porque están en desacuerdo. Lo importante no es que el conflicto llegó, sino cuales son las actitudes para enfrentarlo, resolverlo y evitar que cause estragos en nuestras relaciones.

En primer lugar: Debemos practicar el consejo bíblico en Colosenses 3:13: “Soportándonos y perdonándonos los unos a los otros, si tuvieras quejas, como Cristo nos perdonó”. Tenemos que aprender a pasar por alto algunas cosas, porque todos tenemos defectos, flaquezas, imperfecciones. Cuando perdonamos, abrimos todas las puertas para restaurar. Cuando NO perdonamos, abrimos todas las puertas para el resentimiento. En segundo lugar: Elimina el registro detallado de las ofensas. Hay personas que llevan un registro de todo lo malo que le han hecho, donde figura cada ofensa de la esposa o esposo, de los hijos, del jefe o jefa, del vecino, del hermano de la iglesia y terminan siendo un semillero de resentimiento y no de amor. Siempre están de mal humor y la sonrisa es una mueca de insatisfacción. Bota el libro de registro de ofensas al zafacón. En tercer lugar: Se un Pacificador. Ser pacificador es más que desear la paz, es crear las condiciones para que prevalezca la paz, la armonía y la dicha. No es evadir los problemas, es enfrentarlos hasta que el foco de tensión desaparezca.

Toma la iniciativa y deja fuera todo lo que contribuya llegar a un conflicto practicando los pasos anteriores. No permitas la división y la discordia.

Pastor Luis O. De León

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