Entre tantos recuerdos que tengo de mi padre: su dedicación a la familia, su esfuerzo cada día por traernos la provisión económica del hogar, su corrección continua y sus consejos sabios, nunca se me olvida aquella frase que expresaba cuando yo me ponía respondón y desafiante: “Hijo eres; Padre serás”. Les confieso que la escuchaba más como un regaño que como un consejo, hasta que me convertí en padre y ahora entiendo perfectamente qué quiso decir mi padre con este aforismo.
Ser padre en estos días es más que un reto, yo diría que es un desafío continuo. Ante una sociedad que se cataloga autosuficiente, carente de valores y que ha distorsionado el rol del hombre convirtiéndolo en “macho”, establecer los fundamentos de una paternidad balanceada y que tenga como modelo referencial la Biblia, parece más difícil cada día.
No estoy hablando de padres perfectos, porque no los hay, pero sí hay un Padre Perfecto que debemos imitar, Dios. Mientras más conocemos a ese Padre Celestial mejor seremos como padres no obstante los modelos humanos buenos o malos que tuvimos.
Dios desea que seas un padre, en primer lugar, que tus hijos y esposa miran con respeto y dignidad, en segundo lugar, un padre que sea modelo en la oración y en la adoración, en tercer lugar, un padre fiel a Dios y que ame a su congregación. Lo demás vendrá sin mucho esfuerzo.
Este es el padre que Dios desea que seas. ¿Qué deseas tú?
Pastor Luis O. De León