La iglesia primitiva nació envuelta en una atmosfera de continua oración. Por indicaciones del Señor Jesucristo, los apóstoles, discípulos y creyentes aguardaron en Jerusalén perseverando unánimes en oración y ruego hasta que descendió el Espíritu Santo. Este fue el comienzo de la iglesia y del avivamiento espiritual que sacudió toda aquella región.

Estamos en el siglo XXI y los mismos problemas de antaño son los nuestros: crisis en los hogares, tensiones económicas, depresión de la personalidad, depravación moral, corrupción, crímenes y obstáculos por toda parte. Ni los discursos, ni las promesas de paz de los gobiernos podrán cambiar la situación que estamos viviendo, a menos que la iglesia doble sus rodillas como soldados llenos de valor y de fe salgamos a la palestra determinados a sacudir los cimientos del mismo infierno y arrebatar a las almas aún de las fauces de Satanás para el reino de los cielos.

Usted está esperando ese momento; no espere mas, es ahora, doble sus rodillas, abra su Corazón y dígale al Señor: “Enséñame a orar conforme a tu voluntad, límpiame y hazme un instrumento de poder en tus manos.” Yo le garantizo que Dios le va a escuchar y le va a conceder la oración. ¿Cómo lo sé? Porque el salmista dice: “Al Corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios.” Amen.

 

Pastor Luis O. De León

Carmen Peterson

Directora de Misiones