La bondad de Dios es la mayor esperanza para el hombre caído. Nunca decaen sus misericordias, son nuevas cada mañana. Por su bondad confiamos y esperamos. La bondad de Dios es la acción concreta de la Gracia de Dios. Pero la bondad de Dios corre paralela a la Santidad y la Justicia de Dios. Un Dios injusto no sería bueno porque la verdadera bondad está íntimamente ligada a la Justicia y a la Santidad. Cuando Dios enjuicia el pecado y condena la desobediencia, lo hace por amor al hombre y por bondad a Sus criaturas. El mayor acto de bondad de un Dios Sano es la extirpación de todo foco de infección. Por eso Su bondad no permite el pecado y la obstinación, ya que sabe que la consecuencia final es muerte y juicio. Por ser bueno es Justo, por ser Justo es bueno.

Sin embargo algunos cristianos quieren ser más buenos que Dios, más tiernos que Dios y más sabios que Dios. Por un sentimiento de “lastima”, o de “pena” emocional son muy transigentes con algunos pecados y muy comprensivos con algunos desobedientes. O pueden ser severos con los pecados ajenos y muy permisivos con los pecados de los amigos y familiares. Y lo que realmente hacen es quebrantar la Palabra de Dios, violar Su Justicia y cuestionar Su Santidad. Quieren ser más buenos que Dios y toleran la desobediencia con mayor amplitud que Dios. Y  no solo que acumulan mayor condenación a sus defendidos, sino que acarrean sobre ellos mismos el juicio de la complicidad.

Dios es bueno. No seas más bueno que Dios. No sea que queriendo ser más bueno que Dios, termines siendo tan malo como el diablo.

 

Tomado del libro “Un Corazón Pastoral” del  Dr. Carmelo B. Terranova

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