Ron es el decano de Alliance Theological Seminary en Nyack, New York. Su esposa Wanda es directora de Formación Espiritual en Nyack College. Walborn nos narra que en el 1986 estaba listo para comenzar su primer pastorado. Semanas antes de comenzar el mismo le invitaron a un campamento de verano. Así que su esposa y él asistieron. En el servicio de la noche, el pastor invitado estaba predicando acerca de la Plenitud del Espíritu Santo. Durante el llamado Ron Y Wanda pasaron al frente y se arrodillaron e inmediatamente el pastor se les acercó y comenzó a orar por ellos. De regreso a su casa se sintieron un poco desconcertados y frustrados porque no sintieron nada extraordinario esa noche. No estaban seguros si estaban llenos del Espíritu Santo.
Comenzaron su ministerio pastoral con mucho entusiasmo pero no tenían la convicción de que estaban llenos del Espíritu Santo para realizar la obra. Entonces comenzó a crecer en ellos el hambre de la búsqueda de Dios y de su Plenitud. Nada ocurría y comenzaron a sentir tal frustración que consideraron renunciar al ministerio si algo poderoso no acontecía en sus vidas.
Ron recibió la invitación a unas conferencias en California sobre la pasión misionera y la llenura del Espíritu Santo. Inmediatamente asistió y observo algo muy diferente en aquellas personas que se encontraban en aquel lugar. Un pastor se le acerca la primera noche y le pregunta: “¿Hijo, estás preparado para recibir el amor del Padre?” Y Ron respondió: “ ¡Si, para eso estoy aquí!” Entonces el pastor le respondió; “Todavía no estás listo”. La segunda noche el pastor se le acerca nuevamente y le hace la misma pregunta, la respuesta de Ron fue la misma y el pastor moviendo la cabeza le contesta: “Todavía no estás preparado”. La frustración de Ron crecía y se sentía decepcionado. En la última noche llamaron a pastores, líderes y obreros al frente para orar por la llenura del Espíritu Santo y Ron pasó al frente. El mismo pastor le ve y se acerca nuevamente y le pregunta: “¿Estás listo para recibir el amor del Padre?” Entonces Ron no pudo responder, solo lloraba y el pastor le dijo: “Ahora sí que estás listo”. Entonces lo abrazó y oró por él y experimentó algo muy diferente. Su esposa notó que algo había ocurrido y el oró por su esposa también. El resultado ha redundado en un ministerio poderoso, vidas salvadas y liberadas y una iglesia que avanza a cumplir su propósito. ¡A Dios sea la gloria!
Carmen Peterson, Directora de Misiones