Uno de los libros más vendidos tiempo atrás se tituló “Pasión por la Excelencia”. Sus autores, Tom Peters y Nancy Austin esbozan la idea de que la excelencia es una combinación de la pasión de las más altas metas y lo práctico; no sin antes advertirnos que esta pasión tiene un precio que solo los individuos de carácter pueden pagar.

Si Pablo o alguno de los grandes profetas usaran un lenguaje moderno diría algo semejante. Si hay dos grandes enemigos de la vida y especialmente la vida cristiana son: la mediocridad y el conformismo. El conformismo es tomar la forma del promedio del comportamiento decadente de la sociedad. Hacer lo que hacen todos y no intentar cambiar la calidad – la mediocridad es la tragedia de rechazar todo sueño, todo compromiso, toda aventura espiritual. Es buscar razones convincentes para justificar la pobreza espiritual, la mínima moralidad exterior y el tenue cristianismo. Si alguien debe aspirar a la excelencia ese es el cristiano. Será el mejor profesional, el mejor empresario, el mejor artesano, el mejor empleado. El mejor entre todos los mejores. Pero esencialmente, por sobre todas las cosas, será el mejor cristiano, el mejor hombre y mujer de Dios; tendrá pasión por la excelencia de su vida espiritual, su compromiso con su iglesia y su ternura por las almas.

Pero confieso que tal como proponen los autores del libro, que esta pasión por la excelencia también tiene un precio que solo los individuos de carácter pueden pagar. ¿Quieres leer Isaías 35:3-4?

Oración: Señor, perdona nuestro conformismo, queremos conocerte y amarte más. Amén.

Tomado del libro “De un Corazón Pastoral” por Dr. Carmelo B. Terranova

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