Annie, una mujer de Francia, nace en una familia tradicional católica. Fue bautizada más por tradición que por convicción religiosa. Su visión de Dios era de un gobernador severo que solamente castiga. Así que no quería saber mucho de la religión ni de ese Dios.
Annie era cardióloga y trabajó por muchos años junto con su hermano quien era cirujano, hasta que éste enfermo de cáncer. La muerte de su hermano, problemas en su matrimonio que le costó el divorcio y problemas de salud la hicieron hundirse en una severa depresión. Pensó muchas veces que su vida no tenía sentido y acarició la idea del suicidio.
En su desesperación va a una iglesia y le pide a Dios que le ayude. En respuesta a su oración conoce a la esposa de un pastor Aliancista, comienza asistir a la iglesia y recibe el regalo de la vida eterna por medio de Jesucristo.
Dios sigue tocando y transformando vidas como Annie que necesitan de su amor, salvación y esperanza. Damos gracias a Dios por cada misionero y misionera que proclama las buenas noticias del Evangelio de Jesucristo. Oremos también por el país de Francia para que experimenten una revolución espiritual.
Carmen Peterson
Directora de Misiones