Cuando nos miramos a nosotros mismos, si somos honestos, serán decepcionantes las expectativas para una vida diferente. Dudamos que Dios tenga misericordia de nosotros. Pero si miramos a Dios y también somos honestos, nos sorprendería descubrir que se abren infinitas posibilidades para nuestra vida, no importa cuán bajo hayamos caído o cuán lejos estemos de Dios.
Cuando el hijo prodigo regresó a la casa, el padre le abrazó con profundo amor. El padre no amaba aquellos harapos hediondos, ni la suciedad de los puercos de donde venía, ¡amaba al que estaba adentro!
Así es contigo. Es a ti a quien Dios ama. No tus pecados, no tus vicios, errores y frivolidades. Dios no te ama por lo que eres, te ama a pesar de lo que eres y te ama por lo que puedes ser en sus manos.
Nosotros, como padres terrenales, procuramos lo mejor para nuestros hijos porque les amamos, pero hay un Padre Celestial que su amor es mucho más profundo y abarcador que el nuestro, de tal manera que fue capaz de dar a su Hijo Amado por amor a nosotros. Es por eso que predicamos y enviamos misioneros a todo el mundo para que conozcan y experimenten este amor transformador de Cristo.
Carmen Peterson
Directora de Misiones