No nos engañemos ni nos dejemos engañar. El símbolo de la vida cristiana es una cruz, no un cuerno de la abundancia. Primero la cruz, después la corona. Si pretendemos las joyas de la corona perderemos las bendiciones de la cruz.
Esta Bienaventuranza dice:” Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mateo 5:10)
El Sermón del Monte fue el comienzo logístico del ministerio de Jesús. Era necesario establecer los principios, los resultados y el riesgo de la vida cristiana. Cristo no engaña a nadie. Si quieres ser cristiano en un mundo anticristiano, sufrirás persecución. ¡Pero no se equivoquen, en ello hay dicha…!
La palabra persecución es muy importante; indica movimiento. No se persigue a quien está al alcance de la mano, a éste se le apresa. Se persigue a quien va en una dirección determinada. Solo quien está en ruta al reino de Dios sufre persecución. Lo peor que puede acontecernos es que nadie se preocupe de perseguirnos. Significa que no somos una diferencia marcada, sino un conglomerado común y corriente.
Hay una idea equivocada de persecución. Muchos son perseguidos no por causa de la justicia, sino por causa de sus errores, actitudes y pecados. La fe no es garantía para la incompetencia. Cuando enjuiciamos la mundanalidad, homosexualidad, liberalidad, corrupción, idolatría, la liviandad matrimonial seremos perseguidos. Un hombre y una mujer justos son insoportables para una sociedad injusta. ¿Por qué te persiguen a ti? Por causa de la justicia de Dios, por la Verdad de la Palabra o por arrogancia, mal testimonio o actitudes que deshonran el Nombre de Jesús. Dichosos los perseguidos, porque serán empujados al Reino de Dios. Amén.
Pastor Luis O. De León