Parecería que en nuestra sociedad moderna y en algunos círculos cristianos, el pecado y suciedad son sinónimos morales, y cuanto más refinado, pulcro y aceptable es el pecado, más sucio el contenido y más corrompido el resultado. La sexta Bienaventuranza huele a limpio y a perfume del cielo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.”

Esta es la Bienaventuranza de la higiene espiritual. La limpieza y la pureza son las leyes permanentes de la santidad. El pecado no es solo desobediencia, es también suciedad. En el idioma griego la palabra limpio es la misma palabra para puro – “Katharos” que significa: Ser limpiado, ser seleccionado, sin mezcla, puro. Pero la palabra que lo ilustra en el idioma griego es “Diafanes” – “Transparente” Apocalipsis 21:21,23. ¡La gloria de Dios ilumina porque no hay nada sucio allí! Es la limpieza total de todos los motivos que existen. Significa ver a Dios en la hermosura de la santidad.

¿Qué significa ver a Dios? Es algo más que una visión; es entender, apreciar y disfrutar de toda la grandeza de Su gloria. Ver un racimo de guineos sin poder disfrutar de ellos es triste y al mismo tiempo es una visión parcial, no completa. Un corazón que no es transparente y limpio, nunca disfrutará de toda la gloria de Dios.

Esta Bienaventuranza podría expresarse así: ¡Dichosos los que tienen el corazón transparente, pues Dios se refleja en ellos! ¡Amén!

Pastor Luis O. De León

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