Los cristianos voluntarios distribuyen literatura y muestran que la salvación es “más valiosa que el oro” Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, en PyeongChang, Corea del Sur, terminaron el pasado fin de semana. Después de casi un mes de medallas distribuidas y récords batidos, los atletas de todo el mundo volverán a casa con diferentes experiencias para contar. En las gradas, miles de aficionados al deporte disfrutaron del evento. Pero en el exterior de los gimnasios y arenas, lejos de los focos, unos 3.000 misioneros aprovecharon el evento para predicar el evangelio. Aproximadamente mil de ellos estuvieron en las calles de Pyeongchang, o frente a los lugares de competición. Los otros 2.000 misioneros-surcoreanos y extranjeros- trabajaron en la ciudad vecina de Gangneung, donde se realizaron los eventos olímpicos de interior. Las Iglesias cristianas unidas de Corea, que reúne 144 congregaciones en el país, ayudó a los misioneros extranjeros a encontrar lugares para quedarse y les ayudó a comprender mejor la cultura coreana. Muchas iglesias evangélicas coreanas montaron “estaciones de recepción” a los turistas en sus estacionamientos, donde distribuyeron aperitivos, café y literatura cristiana. Curiosamente, uno de los ministerios que afirma haber logrado atraer a más gente a su stand es de la Unión de Estudiantes Bautista. Según el pastor Myungsu No, que está trabajando con ellos este año, sus alumnos están cambiando pins (broches). Esta es una ‘fiebre’ en toda Olimpiada de Invierno. Mientras que la mayoría de los atletas y turistas llevan pins que retrata un determinado país, deporte o equipo, los grupos misioneros ofrecen uno que dice “Más valioso que el oro”. Cuando la gente pregunta lo que significa, hacen una breve explicación sobre la salvación.

Carmen Peterson

Directora de Misiones