“Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido”. 1 Corintios 2:12

Observaba en la televisión la semana pasada, el juego de baloncesto por la medalla de oro entre Puerto Rico y Colombia en los XXIII juegos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron en Barranquilla, Colombia. El escenario estaba listo para la competencia, el público vitorea a su equipo y jugadores favoritos y algunos portaban banderas, cartelones y vestimentas con los colores representativos de su país. Definitivamente este entusiasmo, solo lo puede expresar un fanático.

Todos en un sentido somos fanáticos. Es esa persona apasionada y a veces obstinada en defender una posición, un punto de vista, una apreciación personal. Ser fanático tiene un lado positivo, motivador, entusiasta, contagioso y dinámico. Pero hay un fanatismo radical y peligroso que tiene criterios subjetivos y prejuiciados que nubla el entendimiento, anula el buen juicio, la ética y los valores, sepultando el amor y el respeto a los demás; ese debemos evitarlo.

Se me ocurre pensar que Dios está buscando fanáticos, que sean santos, que tengan la intensión de agradar a Dios, que hablen siempre de Cristo, que sean radicales con el pecado y que sean diferentes al mundo. Dios está buscando fanáticos  hoy que proclamen la Verdad del Evangelio, pero que amen a la gente derribando toda barrera de enemistad. Dios está buscando estos fanáticos, que se pongan los colores que representan el Reino de los cielos y los cartelones que expresen los principios del Reino sin avergonzarnos.

¿Quieres ser un fanático del Equipo de Dios?

 Pastor Luis O. De León

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