“Entonces llamado a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”. Mateo 10:1

 Vivimos en tiempos muy curiosos. Nunca antes hubo tanta actividad en el Nombre del Señor, que me parece extraordinario, y sin embargo, paradójicamente, la apatía y un corazón frío con respecto a las cosas del Señor están dominando en muchos círculos de la cristiandad de hoy.

Vivimos preocupados de que la gente se sienta bien, cómoda, feliz, satisfecha, que consciente o inconscientemente hemos echado sombras al énfasis bíblico sobre el arrepentimiento y la confesión de pecados hechas desde el fondo del corazón y una vida de santidad práctica que refleje el carácter de nuestro Señor Jesucristo.

Las iglesias modernas tienen mucha tecnología, ventajas económicas, grupos de adoración excelentes, músicos profesionales y programas novedosos, que no está mal, pero la pregunta es ¿TENDRÁN PODER DE DIOS? Una iglesia es tan espiritual como espirituales sean sus miembros. No podemos culpar al mundo de ser mundo, pero sí a la iglesia de no SER iglesia.

El llamado de Dios es personal y urgente, Él quiere darnos una NUEVA VISIÓN espiritual que sacuda los cimientos de nuestra fácil y cómoda cristiandad, que impacte la sociedad nuestra, que reenfoque la misión y visión como iglesia. ¿Estás dispuesto a aceptar este reto? Pregúntale a tu corazón.

 Pastor Luis O. De León

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