Cada generación ha hecho un aporte valioso a la ciencia, la tecnología y al conocimiento. El cúmulo de información a través de la cibernética es tan vertiginoso, que se sabe más en menos tiempo, es decir, es un crecimiento geométrico. Dicen los expertos del aprendizaje que el conocimiento se septuplica cada dos semanas.

No obstante los avances en el ámbito del conocimiento y de la tecnología, hay tres cosas que hemos perdido con estos grandes cambios:

  • El sentido del pudor– Nada nos avergüenza, nada nos ruboriza. El recato cede lugar a la desfachatez.
  • El sentido del humor– Nuestro mundo es cada día más triste y ausente de risas frescas y sanas. Si hay algo de humor, éste es negro, sucio, de doble sentido y de mal gusto.
  • El sentido del honor– En estos días modernos, nadie cree en nadie. Ni en los políticos, ni en los líderes comunitarios, ni aun en los líderes religiosos. Todos viven sospechando del otro. No existe esa transparencia en las relaciones de amistad. En los tiempos de antaño, la palabra de honor era suficiente y final. Hoy en día es necesario un sinnúmero de compromisos, escritos, documentos y promesas y con todo, las personas no cumplen y quedan como irresponsables.

Esto es lo que expresa Mateo 5:37. Jesús está diciendo que para ser feliz y una persona de respetabilidad, hay que tener un sentido del honor, aunque no sea la moda de nuestros días. La persona que precisa jurar, prometer y utilizar elementos religiosos o genealógicos para sustentar los cumplimientos de su palabra, es sospechoso de desconfianza. Es de más valor HACER, que decir todo lo que PUEDES HACER.

Para que seas hoy una Persona de Honor, no basta con buenas intenciones humanistas, necesitas el poder interior de Dios. Créele a Dios, obedécele y la gente creerá en ti. Tú vales, tienes valor de dignidad. Actúa desde esa altura y dimensión. Cristo pagó mucho por ti.

Pastor Luis O. De León

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