Mientras observaba a la congregación en nuestros cultos de domingo y jueves, adorar, orar y expresar con libertad como Dios les ha bendecido, ver los nuevos creyentes que han llegado, la juventud llenos de candor espiritual, despertó en mí el sueño  que Dios había puesto en todos estos años que estoy en mi iglesia Alianza de Fajardo, y quiero compartirlo nuevamente con ustedes y con todos los que a bien tengan al alcance este escrito.

Estoy soñando, no con una congregación más que predica el Evangelio, sino con una familia que con su filosofía bíblica vivencial atraiga a sus amigos, vecinos y a la comunidad al conocimiento de Dios. A nuestro alrededor hay millones de personas decepcionadas con la sociedad, insatisfechas con sus iglesias, credos y aun con ellos mismos.  Solamente una iglesia santa, amorosa y unida es la única respuesta a sus angustias.

Estoy soñando, no con una iglesia más en el tiempo, sino una que deje huellas por todo el tiempo. Ancianos que nos compartan sus experiencias y su sabiduría, que sean instrumentos de Dios para salvación de muchos; hombres y mujeres con madurez espiritual, con visión misionera, santos y sanos, que sus vidas sean una inspiración y motivación; jóvenes llenos de pasión evangelística  que salgan por las calles a compartir su fe, que no se avergüencen de ser cristianos; niños  que por la vida esplendorosa de ancianos, adultos y jóvenes que aman al Señor, deseen conocer a su Salvador a temprana edad  porque el tiempo es de los hombres pero el llamamiento es de Dios.

¡No! mis hermanos, no es algo imposible, utópico, ni un sueño inalcanzable; puede ser una realidad. Aun en medio del descomunal caos y pavoroso desbarajuste en que vive nuestro pobre mundo, ¡Recuerde, Dios sigue sentado en el Trono del Universo! No tengamos temor al mañana, ni miedo al porvenir, ni incertidumbre del futuro. ¡CRISTO REINA, CRISTO VIVE, CRISTO ESTÁ, CRISTO VENDRÁ! ¿Me acompaña a la realización de este sueño…?

 

Pastor Luis O. De León

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