No hay nadie que caiga tan bajo que la gracia de Dios no pueda levantarlo. Ni nadie que suba tan alto que el pecado no lo pueda derribar. Nadie como Dios conoce el corazón humano y nada como la Palabra de Dios para iluminar nuestras vidas. Por un lado, nos dice con mucha seriedad: “El que piense estar firme, mire que no caiga”. Por el otro lado nos advierte: “Si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo.”

Da gracias a Dios por haberte cuidado hasta ahora y haberte puesto en prominencia. Tú no eres nada y Él te salvó, te adoptó como hijo y te puso nombre y te dijo con ternura: “No temas, mío eres tú”. Pero al mismo tiempo pon en tu corazón sus dichos para no pecar. No estás tan alto que no puedas caer.

Amado mío, si has caído, si hay dudas en tu corazón y te sientes débil; Él es experto en levantar los brazos caídos, y enderezar las rodillas endebles. No hay anchura de tu pecado que sus brazos no abarquen, no hay longitud que te hayas alejado que Su mirada no te vigile, ni hay profundidad más baja que hayas caído que Él no pueda descender, ni hay altura a donde quieras huir que Su misericordia no te alcance.

No lo olvides: No hay nadie que caiga tan bajo que Dios no pueda levantarlo. Estés donde estuvieres siempre dependerás de la Gracia infinita de Jesucristo.

 

Tomado del libro “Un Corazón Pastoral del Dr. Carmelo B. Terranova

Categories: Reflexiones