“Pero yo os digo; Amad a vuestros enemigos, Bendecid a los que os maldicen, Haced bien a los que os aborrecen, y orad por lo que os ultrajan y os persiguen.” (Mateo 5:44)

En un congreso de calidad de vida celebrado hace algunos años en Francia, luego de análisis, reflexiones y discusiones sobre la calidad de vida del ser humano, llegaron a la siguiente conclusión: la moderna e informada sociedad de hoy es la más confundida de todas las épocas de la historia humana.

Los momentos críticos y tensos que estamos viviendo en nuestra isla reflejan la crisis de confusión que arropa a todo el mundo. Hay crisis gubernamentales, económicas, emocionales, sociales y religiosas. Podríamos darle muchísimos nombres y explicaciones a lo que está ocurriendo y que directamente afecta la iglesia. Yo concluiría que hay una crisis de amor.

Nuestra sociedad es una malhumorada, desamorada, cínica, que se hunde en su egocentrismo y filosofía hedonista de “gozar la vida sin límites”, sin importar si hago daño a los demás o a nuestros seres queridos. Parece que las palabras proféticas del Señor Jesucristo toman vigencia y pertinencia en estos días: “el amor de muchos se enfriará”.

Usted y yo como cristianos estamos llamados para ser la diferencia. Lo que expresa Mateo 5:44, no es una utopía de un soñador idealista, es el mandamiento fundamental para la salud espiritual y emocional de la familia, iglesia y eventualmente la sociedad.

Dios nos pide que amemos como el ama. Humanamente es imposible. La única manera de cumplir esto es permitir que Cristo venga a nuestros corazones y en su amor, podamos cumplir este mandato porque dice la epístola a los Romanos 5:5, que este amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Para amar como ama Dios, tenemos en primer lugar que reconocer nuestra incapacidad para amar bíblicamente, segundo, confesar que no podemos amar como lo expresa la Biblia y tercero, pedirle a Dios que ame a través de nosotros. Amar es una DECISION. Obedezca el mandamiento…Dios se encargará de los sentimientos.

 Pastor Luis O. De León

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