Cada año que pasa la celebración del nacimiento de Cristo se torna aún más distante del verdadero significado que presenta Lucas en su evangelio. Lucas dice que María “dio a luz a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:1-7)
Todo este relato nos hace ver la enorme humildad y sencillez del nacimiento del hijo de Dios. Nació en un lugar común donde no había lujos y donde los miembros de la familia se ganaban la vida con las mismas dificultades que sus semejantes.
Hoy, por el contrario, la Navidad se ha distorsionado con prácticas que aparentan ser inocentes, pero que ciertamente perjudican porque se han convertido en un fin.
Por ejemplo, las suculentas comidas y bebidas, la compra de regalos, las luces de colores con que se adornan las casas y las fiestas sociales no hay que desecharlas, pero lamentablemente en estos tiempos se les ha dado prioridad sobre el mensaje de la Navidad. Se ha comercializado tanto esta hermosa época que su verdadero mensaje se ha desfigurado.
Al recordar el nacimiento de Jesucristo no olvidemos que El nació y vivió humildemente, y vino a este mundo para hablarnos del amor de Dios (Juan 3:16) y para redimir al hombre del pecado (Gálatas 4:4,5). ¡Feliz Navidad para todos!
Tomado del libro Aplicando la Palabra por el Rev. José A. Juarbe