Los discípulos caminaron con Jesús tres años y medio. Vieron milagros, prodigios, maravillas, el cojo saltar, el ciego ver, los muertos resucitar, los panes y los peces multiplicarse. Sin embargo, hay algo que a ellos les llamó la atención; Ver a Jesús en un lugar apartado orando. Comprendieron desde un principio que la efectividad del ministerio de Jesús, no descansaba en que Él era el hijo de Dios, sino en la comunión que tenía con Dios. Entonces los discípulos le hacen una petición: ¿Señor ensénanos a orar? Que petición tan fundamental, pero al mismo tiempo tan vital para nuestro crecimiento espiritual.
Orar es difícil, es más que un rezo aprendido. Es abrir el corazón para que Dios lo escudriñe y al mismo tiempo expresarle a Él nuestras inquietudes, dudas, preguntas. La oración nos desnuda, no podemos fingir ni engañar a Dios. La oración no es un monólogo o soliloquio, es una conversación de doble vía: Hablar y escuchar.
El Padre Nuestro no pretende ser un rezo repetitivo. Es el modelo de una comunicación conversacional que abre las ventanas de los cielos y nos acerca al cielo. Los principios del Padre Nuestro señalan el camino correcto para llegar a Dios y afirman los principios de la verdadera oración.
La única manera de aprender a orar es orando. Podemos leer toneladas de biografías de hombres y mujeres de oración, leer libros que nos ensenen como orar, adquirir libros de oraciones prescritas. LA ÚNICA MANERA DE APRENDER A ORAR ES ORANDO.
Comience HOY. Separe un tiempo para estar en oración en la Presencia del Señor, pero viva en el espíritu de oración todo el tiempo. Su vida cristiana NO SERÁ IGUAL.
Pastor Luis O. De León