La vida de una persona que sale de la cárcel para reintegrarse a la sociedad, a veces es muy dura y complicada. Estas personas tienen estampadas el estigma de ser incorregibles y son rechazados aun por sus propios familiares. Según el sistema carcelario moderno, la cárcel no tiene como único objetivo castigar a los que han cometido delitos, sino que esa persona pueda reeducarse y reinsertarse a la sociedad y se comporte como una persona de bien.

En Puerto Rico es más que conocido y admitido que no existe un programa de rehabilitación efectivo y muchos de los que salen del sistema carcelario tienen su historial manchado, lo que es un gran impedimento para reincorporarse a la fuerza laboral. Ante este escenario la tentación de volver a los antiguos lugares y amistades delictivos es muy fuerte.

Sabemos que la verdadera rehabilitación del ser humano comienza en su corazón. Cristo puede cambiar la vida e historia de aquellos que le reconocen como Señor y Salvador. La iglesia está llamada no solo predicar el mensaje de las Buenas Nuevas que transforman al ser humano sino también mostrar el amor de Cristo a estas vidas. Veamos lo que Dios está haciendo en la vida de un ex-reo llamado Danny, gracias a una iglesia que tomó el riesgo de adoptarlo.

 Carmen Peterson

Directora de Misiones