La Alianza nació de la pasión por Jesús y un corazón por la gente perdida. Somos una familia estilo Hechos 1:8, centrado en Cristo, que cree que todas las personas deben tener la oportunidad de escuchar las buenas nuevas de salvación.

Cristo es nuestra base y la iglesia local, nuestro hogar. De la iglesia local hacemos discípulos, que entienden el llamado de Dios para ser más como Jesús y compartir la esperanza que tenemos en El. La Palabra de Dios está viva y obrando en nosotros. Su Espíritu Santo nos transforma, estimulándonos hacia el amor y las buenas obras.

Hace más de 130 años, esta misma realidad se movía en el corazón del pastor Alberto Benjamín Simpson. Al acercarse a los trabajadores inmigrantes en la ciudad de Nueva York su carga por las personas perdidas creció. Simpson reunió a un grupo pequeño de personas en torno a una visión común para alcanzar a los no alcanzados, sin darse cuenta que estaba preparando el camino para las generaciones futuras de la obra de la Alianza.

Las iglesias locales de la Alianza proporcionan la base para nuestra misión mundial a través de la oración y ofrendas sacrificiales al Fondo de la Gran Comisión. Venimos de diversos trasfondos que son unidos por nuestro deseo de ver a todas las personas encontrar nueva vida en Jesús. Unidos en su amor y con el poder de su Espíritu, oramos, ofrendamos, amamos, proclamamos a Jesús.

SOMOS   UNA   FAMILIA                SOMOS   LA   ALIANZA

Carmen Peterson, Directora de Misiones